La Nueva Normalidad

 

                                LA NUEVA NORMALIDAD

He perdido un otoño más.
Perdí la dicha de ver las hojas caer.
De juntarlas en un jardín.
De hacerlas entre mis dedos crujir.
Esa hojas que se mecen y se despiden con el viento,
que alfombran con su beig aterciopelado
el gris de aquel empedrado
testigo de una época que el asfalto
en su próspero adelanto, nos enterró sin piedad.

Me perdí la garúa nostálgica,
casi melancólica,
que moja la prisa del trajín cotidiano.
Que nos recuerda algún amor lejano.
O la travesura inocente de aquel adolescente,
que ya no volverá.
Me perdí del sol tibio del amanecer.
De la mansa tristeza
que nos regala un domingo en su atardecer.

Me privaron de un otoño más.
Pero el mundo seguirá su curso.
Y la gente se acostumbrara.
Y vivirá conforme y obediente en esta,
su «nueva normalidad».
Y los chicos ya no correrán por las calles
con aquella alegría que corría yo.
Con aquellos gritos y con aquellos sueños.
Con aquella desenfrenada felicidad.

Y los abuelos se irán marchitando como las hojas.
Como esas flores que ya no perfumaran.
Quedarán desnudos como esos árboles
que en cada otoño, en su impotencia,
las ven llorar.
Y se irán apagando tristes,
entre los crueles cuidados de su soledad.
De esta soledad que les impone,
esta supuesta, «nueva normalidad».

Y pasará el invierno.
Y llegará la primavera.
Y los amantes,
volverán a esconderse como en cada septiembre,
para consolarse, para guardar secretos,
para ocultar un beso,
o para llorar…
Pero la humanidad, entretenida en sus distracciones,
seguirá dormida de libertad.
Y como lo hizo siempre,
la ira resignando plácidamente,
a cambio de nuevas mentiras,
de nuevas comodidades.
de nuevas promesas de prosperidad.

Y yo, me habré perdido otro otoño.
Un otoño más.
Y quién sabe cuánto otros otoños,
deberé extrañar, en mi Soledad…

                                                    Ignatius Bor.

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