SER PORTEÑO.
Si bien los límites geográficos de la Capital Federal los definen el Riachuelo y La General Paz, los límites sociales y culturales, van mucho más allá de estos.
Los porteños nos extendemos también por todo el conurbano y nos vamos diluyendo a medida que las costumbres y sus soberanos, los barrios, nos van amalgamando. Porque los vecinos de Avellaneda, San Isidro, Ballester, Lanús, Lomas, Banfield y tantos otros barrios y hasta me animo a afirmar, gente de localidades y pueblitos del interior, también se consideran porteños.
Porque porteño no se es solamente por haber nacido en Pompeya o Recoleta, en Núñez o La Boca, en Floresta o Caballito, porteño se es por sentimiento.
Ser porteño es una forma de elegir como vivir…
Es más, muchos de los que han nacido y viven dentro de los límites de la ciudad, por mucho que se esfuercen y se quieran vanagloriar, probablemente nunca lo serán.
Porque ser Porteño es ser tango, fútbol, café, burdel, atorrante, esquina, barrio y amigos. El Colon, El Rex, El Opera y El Luna Park, La 9 de Julio, La calle Corrientes y la calle que a vos te acompaña al recordar…
Ser Porteño es ser un poco, Gardel, Borges, Sábato, Favaloro, Sandro, Bonavena, Minguito, Olmedo y Porcel; y tantos otros que ahora se me olvidan, pero que se han ganado un espacio en la Ciudad y un lugar en nuestros recuerdos y nuestro corazón.
Porteños somos los que aceptamos las costumbres, las ideas, las tradiciones, los idiomas, los acentos de compatriotas y de extranjeros, sus risas y sus tristezas y hasta les damos un lugar y nuestro respeto. Porteños somos los que unimos y no dividimos, los que juntamos siempre y tratamos de no separar jamás.
Porteños somos los que seguimos adelante a pesar de las críticas sórdidas y mal intencionadas. De la vara baja con que algunos nos juzgan y nos tratan de lastimar. Porque los porteños nos reímos de la envidia y a pesar de todo les abrimos los brazos, los recibimos y los ayudamos igual.
Ser Porteño es ser internacional, porque Buenos Aires es la Gran Ciudad.
Aquí se erigieron El Cabildo y el Abasto. Aquí están el Puerto y el Banco Central, los tan controvertidos Subtes, la Casa Rosada y hasta el Café la Humedad. Y aquí hasta los ingleses, haciendo doblete, se tuvieron que arrodillar.
Porteños han intentado ser muchos ricos y famosos; y muchos poderosos. Pero no lo pudieron lograr.
Porque ser Porteño no se logra ni con dinero, ni con prestigio, ni con poder. Se logra cuando se hace carne el misterio de la nostalgia y el arrabal. Cuando el corazón gobierna sobre el bolsillo y se elige al poeta triste, antes que al arlequín rico que llega; y nos quiere venir a comprar.
Ignatius Bor.