DESDE EL FONDO DE MI ABISMO
Me han traído desde el fondo de mi abismo.
Desde ese abismo del que no pedí salir,
a este mundo intolerante e indiferente
incapaz de conmoverse, perdonarse y convivir.
Me han dejado abandonado, aquí, a mi suerte.
Sin piedad. Sin instrucciones a seguir.
Y sin darme ni razón ni explicaciones,
de repente me encontré “existiendo en mi”.
Prisionero en esta piel que me asignaron,
soy lo poco que de a poco pude ser.
Soy del éxito y fracaso un resultado.
Y del acierto y del error, soy lo que ven.
Sobrevivir… es el mandato y el secreto.
Aunque el dolor nos colonice el corazón.
Y la consigna es el misterio del mandato.
Sobrevivir… sin entender con qué intención.
Soy varios seres disputándose un camino.
Soy aquel niño que agoniza, en este viejo al que llego.
Donde confrontan la verdad y la mentira,
mientras la vida inadvertida, se me va sin compasión.
La risa a veces me salpica de ilusiones.
Otras, la angustia se me anida en la razón.
Solo el amor nos encadena a la esperanza.
Soy lo que pude. Lo que el mundo me dejo.
Soy de ese abismo que me espera y atormenta.
Soy de ese abismo, al que este ser ya sepulto.
Soy el capricho de un destino indiferente
al que anhele en viejos presentes….
Pero el niño ya olvido.
“Soy lo que pude. Lo que el mundo me ha dejado”.
Soy quizás un alma que no encuentra su lugar.
Como un extranjero que camina entre la gente.
Como un extraño de ese abismo,
al que ahora temo retornar.
Ignatius Bor.