En Busca de su Propio Destino

 

                                          

                               EN BUSCA DE SU PROPIO DESTINO

 

Mientras el atardecer va imponiendo su nostálgica presencia. El sol parece hundirse tras el inmenso colmenar que comienza a encender sus luces, desdibujando en una estampa esbelta y llana los nocturnos interrogantes y cómplices desvelos de tanta humanidad.

Por fin el regreso. Cansador, impaciente, insatisfactorio.

Las siluetas parecen resaltar más con el sol agazapado a sus espaldas. El smog se mezcla con un denso color naranja y la ciudad parece quedar encerrada dentro de un inmenso globo imaginario de tonalidades variadas.

¡Qué hermoso!…. ¿Y qué curioso?

Luego de tantos años frecuentando este pintoresco escenario, justamente hoy venir a notarlo.

La boca del subte parecía tragárselo junto con tantas otras almas que bajaban y subían apresuradas, indiferentes, ensimismadas, vacías. Todas ellas cargando con sus derechos y sus obligaciones. Con sus costumbres y sus prejuicios. Totalmente absorbidos por sus rutinas y sus conformismos.

Algunos a gusto, otros por obligación, pero en su mayoría, inconscientemente, por su temor a vivir diferente; y hasta tal vez arriesgadamente mejor.

Sencillamente a vivir, algo que él se había impuesto como meta.

Vivir….

 

Ninguno se detenía para ver a su alrededor. Para pensar. Observando a sus conciudadanos se preguntaba si alguno sentiría lo mismo que él, si se animaría a tratar sin más, de filosofar un poco sobre su existencia, sobre su cotidianidad. 

Todas esas almas iban y venían sin notar siquiera que eran también ellas parte de ese atardecer. Todas menos una, la suya. Seria por eso que hoy era distinto ese fin de la jornada. Tal vez por eso hoy lo notaba y nacían en su interior sensaciones nuevas, hasta contradictorias.

La nostalgia se confundía con la ansiedad, la ilusión con el temor, el apuro con la serenidad. Desconocía como le podría ir, pero sabia ante todo que era su decisión.

Es que la rutina lo había agotado y ya no soportaba mas decepciones. Quería una vida nueva, un lugar distinto, un atardecer diferente. Un amor diferente….

No buscaba escapar de su pasado y no le hubiese interesado tampoco hacerlo. Era lo suficientemente inteligente como para saber que nadie lo logra. Y que son apenas muy pocos los que lo superan.

El se había propuesto superarse y arriesgarlo todo, utilizando para ello su propia experiencia.

Sentía que en sus últimos años su vida se había transformado en un pozo de insatisfacción, que había quedado detenido en su propio tiempo, inmóvil, incapaz de modificar un futuro que no quería para él. Triste, monótono. Asustado…

Algo que nunca busco y en el que se fue sumiendo de apoco, sin darse cuenta, quizá por descuido, quizá por falta de convicción. O tal vez por es frustrarte conformismo en el que se cae y del que cuesta tanto salir.

Hasta su pareja estaba pintada como en un oleo, inmóvil, siempre constante. Su cama tan desgastada como el resto de sus emociones y sus valores. La amaba incondicionalmente al punto que alguna lágrima insistía en humedecer la tarde al recordarla. Pero no quería mirar atrás.

Sus días eran un calco uno de otro. Con los mismos lugares, el mismo colectivo, el mismo trabajo, los mismos horarios, los mismos compañeros, los mismos almuerzos, los mismos comentarios, las mismas consignas, los mismos olores y las mismas reglas. Y la misma triste realidad.

Es que todo estaba preparado y digitado para no tener que pensar, para aceptar como única alternativa esa reiterada y cronológica rutina.

Pero ya no más, a partir de hoy sería distinto. No le interesaba mucho si mejor o peor, solo le interesaba el desafío de cambiar, de intentar otra realidad. De buscar su propio destino.

Su avión partía a las diez y tenía todo listo, tan solo un detalle le dolía en el corazón.

De pronto sus ojos brillaron de alegría, su piel se estremeció y se ilumino sus semblante.

Era como un sueño, le costaba creer lo que veía. Nunca imagino que ella vendría, pero a pesar de ello guardaba su pasaje en la valija.

Tal vez porque esas son las cosas a las  que solo el amor y la esperanza nos animan.

Tal vez porque si bien el destino está escrito, hace falta valor para salir a enfrentarlo y tratarlo de modificar.

 

                                                                                                              Ignatius Bor.

 

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