AQUELLOS SUEÑOS
Ya no soy aquel,
ni tú, la misma de ayer
cuando las flores olían a primaveras
y la llovizna era una caricia que nos hacía soñar.
Y juntos proyectábamos este mañana,
que aún bregamos por transitar.
Ya no soy aquel,
ni tú, la misma de ayer.
El tiempo pasa y todo lo envejece, lo transforma,
hasta esos sentimientos que se saben y perciben,
que se confunden, se entremezclan,
pero que aún nos logran enternecer.
Hoy las flores huelen a otoños de nostálgicas alegrías
y las lloviznas a melancolías que ahora empañan el cristal.
Los sueños, las ilusiones y aquellas ansias,
suenan en canciones de recuerdos melodiosos,
como golondrinas que volando a nuevos veranos,
probablemente, ya no volverán.
Es verdad, ya no soy aquel,
ni tú, la misma de ayer,
cuando las flores olían a primaveras
y las lloviznas eran esas caricias que
nos hacían soñar.
Juntos sufrimos amargas tristezas,
profundas angustias de una vida de luchas,
paciencia y comprensión.
Y así, aprendimos a convivir y a conocernos,
y a sumar a nuestro amor, esta sincera amistad.
Es verdad, ya no somos los mismos de ayer,
pero aún conservamos anhelos y sueños nuevos
y nuevas ilusiones y alegrías por compartir,
porque aquellos proyectos se nos transformaron en hijos
y aquellas flores y aquellas lloviznas,
en remembranzas.
Y aquellos sueños…
Nuestros sueños…
En realidad…
Ignatius Bor.