PEDACITOS DE CORAZÓN
La ciencia cada tanto festeja el éxito de haber llegado después de mucho tiempo, esfuerzo y experimentaciones, a unir cientos de pedacitos de misterio, logrando así descubrir, o entender por fin, lo que creen es un todo. Algo que no mucho tiempo después re-descubren, con una nueva decepción, que ese todo al que arribaron con tanto ahínco y esfuerzo no es más que uno de los tantos pedacitos más del misterio de otro todo; y así sucesivamente. Si es que en realidad ese todo, del Universo (o ese Éter, o Alma, o Mente), que desde hace miles de años andamos buscando los humanos, realmente existiese!!
Lo mismo nos pasa a los seres comunes y corrientes con nuestras sensaciones, experiencias y condición, creer por momentos, e independientemente de la edad biológica y cronológica que tengamos, que llegamos a encontrar ese todo de entendimiento, sabiduría y verdad.
Nuestro corazón, que es el único y supuestamente un todo nuestro, no es en realidad más que un montón de energía compuesta por incertidumbres mezcladas, ocultas y amontonadas a través del paso de los años. No es más que un montón de “pedacitos” de tantas emociones, amor, odio y experiencias, como tantas el destino nos haya permitido juntar.
Y probablemente, todos esos pedacitos que conforman ese todo, que consideramos nuestro único corazón, como la conciencia Universal de la que nos habla Carl Jung, no sean más que un pedacito más de corazón en un infinito universo de corazones entrelazados.
Nuestro corazón está armado por pedacitos de invisibles e imperceptibles razones y sensibilidades materiales humanas que nacieron de nuestras relaciones con otros seres y lugares, tiempo y espacio. Y cada uno de esos pedacitos está unido al pedacito del corazón de cada uno de esos otros seres, sin que ni ellos ni nadie lo noten. Padres, hijos, abuelos, hermanos, amigos, amores; y hasta amores pasados, de esos que creíamos ya olvidados, e incluso amores por venir, amores que aun ni conocemos y que quizá ni siquiera intuimos o imaginamos. Y hasta enemigos y odios, dependiendo de cada uno, de cada ser, todos estamos unidos por pedacitos; por esos pedacitos de corazón. Tanto de los seres que amamos u odiamos, como así también de por aquellos por los cuales sufrimos o padecemos esos sentimientos.
Y cuando sufrimos la partida de un ser querido, sea por su muerte o su alejamiento, por una decepción e incluso una traición, ese pedacito seguirá igual allí presente y cada tanto nos recordara aquel dolor que nos causó el hecho que provocara su alejamiento, porque esos pedacitos también son parte de nuestro corazón….
¿Y no será eso quizá, a lo que llamamos experiencias?
– “Cuando un amigo se va
Queda un espacio vacío…”
Nos canta Alberto Cortez, y es verdad, pero no solo cuando un amigo se va, cuando se va cualquier otro tipo de amor, como dijimos, el de un padre, un abuelo, un hijo, un hermano, un amor. Pero ahí guardaremos siempre su pedacito, como él el nuestro, e ira con cada uno donde vayamos y estará con cada uno en donde estemos. Y cuando lo deseemos, o lo necesitemos, el volverá, porque ahí lo estará esperando y ocupara nuevamente ese pedacito que a ambos nos pertenece, que ambos alguna vez deseamos llenar con sensibilidad y emociones. Con aquella misma intensidad que en su momento nos dedicamos, que nos proporcionamos.
No es este un pensamiento religioso, ni tampoco pretende ser una enseñanza, ni menos aún una verdad, es eso, simplemente una reflexión, quizá solo un presentimiento, , quizá un presentimiento, o una intuición; y no lo digo para excusarme ni a título de explicativo, probablemente solo intento dar un vuelo extrovertido a mi imaginación.
Probablemente tendríamos que entender que nosotros mismos y nuestros egos y creencias no somos más que ínfimos y casi insignificantes pedacitos de este inconmensurable e infinito Universo al que conformamos y en el que existimos inmersos.
Atónitos, acaso, cuando reflexionamos sobre el…
Nada ni nadie puede evitar que sientas, sufras o te regocijes con mayor o menor intensidad, con tus recuerdos o ilusiones, todo dependerá solo y siempre de ti. Por esos debemos cuidar y darle a nuestro corazón; y a cada uno de esos pedacitos, el valor y la dimensión exactos que tiene y no creer nunca que es solo y todo nuestro, ya que siempre estará relacionado y pendiente y dependiente de alguien. Y pobres de aquellos a los que esta regla exceptúe, porque esos son el mejor ejemplo de lo que debe ser cargar con la desdichada infelicidad y la profunda y cruel soledad del alma!!
Bien dijo Gian F. Pagliaro:
– …. “Y el hombre más libre que conocí, iba atado al corazón de una mujer”….
Ignatius Bor.
Uno de esos grandes amigo que me regalo el destino, después de leer este texto, me hizo pensar en otra reflexión que también les quiero compartir:
Tal vez el corazón sea el estuche, el cofre, ese espacio vacío que eligió el alma para ocultarse y protegerse, incluso de nosotros mismos; y que todos esos pedacitos que nos guarda el corazón, esas vivencias, emociones y recuerdos que lo conforman no sean más que alma misma allí encerrada. Y que allí quedaran por siempre, más allá de nuestra propia existencia terrenal!!