Nuestro Mundo Interior

 

                                     

                                             NUETRO MUNDO INTERIOR

 

Es muy loable tomar una pila de libros y entregárselos a una persona a la que consideramos que le haríamos un bien, que les abrirán nuevas fronteras, que les ampliaran el conocimiento, que los harían de alguna manera crecer intelectualmente. Que los ayudarían a ser mejores persona, para con los demás y sobre todo para con ellos mismos. Incluso a aquellos con los que queremos compartir y disfrutar de esos contenido.

Pero por muy loable que sea la intención, podemos entregarle esa pila de libros, lo que no podemos es transmitirles esos conocimientos que nos brindaron, esas inexplicables sensaciones que nos han provocado, esa necesidad de seguir buceando en tantos misterios, porque eso dependerá exclusivamente de cada uno de ellos.

 

Tenemos que entender y aceptar que no todos somos iguales, por lo menos en este campo, el de la cultura y el del hambre de conocimientos. Y tenemos que respetar que probablemente eso los abruma, o los asusta, o los aburre, o simplemente no les interesa. De lo contrario caeríamos en el mismo mal que tanto criticamos, la necedad de querer imponer una razón que no es la del otro.

Se dice que la gente feliz es aquella que no sabe nada, que no conoce nada, que no se interesa por nada y que incluso no le importa nada. Y es más que posible, que sea así.

¿No sería entonces de ignorantes, o intolerantes, pretender que la gente cambie?

Que cambie, no importa ya si su capacidad de entendimiento, si no lo que sería peor, su felicidad…?

 

Un roble en el campo no es más que parte de la naturaleza dentro de la cual cumple una función para la que devino su existencia. Y para la mayoría de la gente no pasara de ser más que simplemente un árbol que forma parte de un paisaje. Pero si a ese árbol lo talamos y lo transformamos en una hermosa puerta, o un hermoso mueble, e inclusive en un trascendente libro, pasaría a tener otro valor, e incluso otro precio (y me refiero al de su cuidado y su protección).

 

Y muy probablemente al finalizar de leer ese libro, que hubo nacido de la muerte de ese árbol, hayamos aprendido que el murió para enseñarnos la tremenda contradicción en la que hemos caído provocando tanto daño, desforestación y destrucción general del medio que nos sostiene. Y eso también es parte del nuestra ignorancia y nuestro error, incluso de la de aquellos que tenemos el loable gesto de querer compartir el conocimiento que pudimos adquirir.

 

Los últimos avances científicos estarían en camino de aseverar que no somos más que una mínima porción de energía ocupando un espacio y transcurriendo durante un tiempo determinado inmersos en esta infinita y misteriosa fuente de energía total que sería el universo; la misma fuente que ya van camino a intentar medir. También se discute si en el ADN esta la fuente de la vida, si el cerebro nos maneja el porvenir y entre otras cosas, si el corazón tiene cerebro.

Mientras tanto y aprovechando las bonanzas de estos supuestos avances científicos las corporaciones internacionales entretienen a la gente común con mensajes basura a través de esas herramientas y aplicaciones de internet, con deportes, consumismo y vacíos mensajes televisivos, haciéndonos discutir sobre sexos, géneros, religión y política…..

En la era en la que vivimos, en la sociedad en la que vivimos, donde la inmensa mayoría de las personas vive conectada a la red, donde esa inmensa mayoría posee una PC o un Celular Inteligente, donde la factibilidad y la facilidad que nos da la tecnología para conocer sobre la ciencia, el pasado, el universo, sobre culturas propias y extranjeras; y hasta puedo afirmar que sobre la cultura en general, está hoy al alcance de cualquiera. En este contexto, estoy aceptando, o entendiendo, en lo personal, que la ignorancia pasó a ser también una elección de vida de cada uno.

Pero en la era que va camino al todo se puede y todo se sabe, parece que a nadie le importa, o nadie se ocupa, o que nadie puede medir la capacidad del amor o el odio interior que nos maneja y nos hace ser lo que somos. Parece que no debe ser nada rentable nuestro mundo interior!!

No se puede pensar en uno si no se piensa en su familia; y no se puede pensar en su familia si no se piensa en su sociedad. Y no se puede pensar en su sociedad si no se piensa en su país; y no se puede pensar en su país si no se entiende que es pate de un mundo. Y de qué nos sirve pensar en el mundo si no se entiende que habita y es parte de su planeta. Y no se puede pensar en eses planeta como la única creación con vida inteligente.

 

 Y tomando el ejemplo del roble: ¿quién podría entonces tirar la primera piedra?

O quien, considerarse dueño da la verdad?

 

En este mundo confuso y materialista en el que vivimos. Donde hasta las muertes de miles de seres humanos se miden y cuentan en billetes y provocan la suba o la caída de las bolsas, sin importar en lo más mínimo la de los animales, ni la de la naturaleza en sí misma.

En esta vertiginosa velocidad para llegar a ninguna parte en la que aceleramos cada día más. En esta alegre y costosa excursión turística hacia la nada, a la que tanto esfuerzo le ponemos y en la que buscamos acomodarnos muy placenteramente, de ser posible, en la primera fila, a mí ya solo me está importando que la gente sea noble, sea autentica. Que sea solidaria.

A mí ya solo me está importando que la gente sea buena!!

 

                                                                                            Ignatius Bor.

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