UN OTOÑO MÁS
Perderemos otro otoño más.
La dicha de ver las hojas caer.
De juntarlas en una plaza o un jardín.
De hacerlas entre nuestros los dedos crujir.
Esas hojas secas que se mecen y se despiden con el viento,
que alfombran con su beige aterciopelado
el gris de aquel empedrado
testigo de una época que el asfalto,
en su próspero adelanto
nos enterró sin piedad.
Perderemos la garúa nostálgica,
casi melancólica,
que moja la prisa del cotidiano trajinar.
Que nos recuerda algún amor lejano.
O la travesura inocente de aquel adolescente,
que ya no volverá.
Nos perderemos esa tibia magia
con la que el sol acaricia al alma en cada amanecer.
De la nostálgica mansedumbre
que nos regala un domingo en su atardecer.
¿Qué especie de engendro de nuestra especie…?
¿Con cuánto poder y ambiciones…?
¿Con que derecho?
¿Y con que oscuros procederes, nos hacen perder
un otoño más…?
Perderemos otro otoño más.
Pero el planeta seguirá su curso.
Y la gente se acostumbrara.
Vivirá conforme y obediente, en esta,
su «nueva normalidad».
Y los chicos ya no correrán por las calles
con aquella alegría con que yo corría.
Con aquellos gritos y con aquellos sueños.
Con aquella desenfrenada felicidad.
Y los abuelos se irán marchitando como las hojas.
Como esas hojas secas, que en las plazas y en los jardines,
ya no juntaran…
Quedarán desnudos como esos árboles
que en cada otoño las ven caer.
Las ven llorar…
Como esas flores que ya no perfumaran.
Y se irán apagando tristes,
entre los crueles cuidados de su soledad.
De esta soledad que les impone,
esta supuesta, «nueva normalidad».
Y pasará el invierno.
Y llegará la primavera.
Y los amantes volverán a esconderse
como en cada septiembre,
para consolarse, para guardar secretos,
para ocultarse un besos,
o para llorar…
Pero la humanidad, entretenida en sus distracciones,
seguirá dormida de libertad.
Y como lo hizo siempre,
la ira resignando plácidamente,
a cambio de nuevas mentiras,
de nuevas comodidades,
de nuevas promesas de prosperidad.
Y nos habremos perdido otro otoño!
Un otoño más…!
Y quién sabe cuánto otros otoños, deberemos extrañar,
entre las Pandemias, o las manipulaciones…
Y la Soledad…
Ignatius Bor.