Voy a aprovechar este prólogo para agradecer a aquellas personas que en muchos casos y generalmente sin saberlo, al contarme sus tristezas o alegrías, sus ilusiones o frustraciones, sus emociones, o algún acontecimiento que los conmovió, me inspiraron y empujaron mi mano haciendo posible contar estas breves historias que probablemente algunos reconocerán; y que como son suyas, aquí se las vuelvo a regresar.
A aquellos seres que consciente o inconscientemente ocupan mi interior, que son los formadores de mi propia historia. Los que la vida colocó en mi camino para que juntos la pudiéramos transitar, entender, comprender, tolerar y amar. A los que me contuvieron y estuvieron a mi lado en los momentos difíciles. A los que compartieron conmigo los sueños, la adolescencia, las rebeldías, las aventuras, los miedos, a los amores frustrados y los eternos. El colegio primario y la escuela secundaria. La vida de barrio que nos vio crecer. Que nos ayudó y empujo a crecer. A estas historias propias y ajenas, que por respeto a los Escritores y Poetas, no me animaría a titula cuentos y poesías. A quienes gusten o disfruten de alguna manera de ellas, porque ahí encontraré su verdadero valor.
Alguien alguna vez me dijo que mis poesías parecían letras de canciones. De ahí el título, “La Insolencia de Sentir”. Una observación, a mi juicio, nunca mejor expresada, ya que para mí, más allá de lo que los intelectuales y críticos juzguen, esto es mí insolencia de sentir. Y basado en esta crítica, que lejos de molestarme agradezco, espero que cada uno le ponga su propia música. Gracias a José (el hermano de Chori), que me dedico esta tapa-portada, cuya foto es tan sencilla y sensible pero tan profunda como lo es su Alma. Gracias a la vida por haberme permitido la dicha de poder desahogar y expresar así mis nostalgias, mis recuerdos, mis tristezas, mis amores y las alegrías que pueblan en mi interior.
Como leerán mi lenguaje es simple y sencillo, tan simple y sencillo como la gente común, como sus necesidades, sus pasiones, su humildad y sus sentimientos, porque de ellos nace y a ellos desea llegar.
Ignatius Bor.